Para leer:
“SEÑOR, Dios del cielo, grande y temible, que cumples el pacto y eres fiel con los que te aman y obedecen tus mandamientos, te suplico que me prestes atención, que fijes tus ojos en este siervo tuyo que día y noche ora en favor de tu pueblo Israel. Confieso que los israelitas, entre los cuales estamos incluidos mi familia y yo, hemos pecado contra ti”. Nehemías 1.5-6
Para pensar:
“El camino entre el hombre y Dios es recorrido de rodillas”.
Willian A. Ward – pastor y escritor
Para tu meditación:
Parece haber una profunda relación entre la oración y la confesión. La confesión puede venir primero y después la oración, o al contrario. Difícilmente oramos si tener algo para confesar. Por tanto, oración y confesión son palabras que, en general, aparecen juntas.
Con la confesión removemos obstáculos en nuestra relación con Dios. Quizás, podemos orar sin confesar. Pero tal oración necesita de sinceridad. Cuando somos sinceros delante de Dios y de los hombres, también somos sinceros delante de nosotros.
La confesión puede ser personal y también de la colectividad. Nehemías confesó sus pecados y los pecados de su pueblo. Necesitamos limpiar el camino de nuestra relación con Dios como personas, como iglesia y como nación. Para limpiar este camino la confesión es recomendable.